Boga Mar Adentro
- Ruben Romero
- 18 may
- 4 Min. de lectura
Buscando una relación más profunda con Dios
"Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar."— Lucas 5:4
Hay palabras que solo cobran sentido cuando vienen del cielo. Y hay invitaciones que, aunque parecen comunes, llevan la voz del Maestro en ellas. Así fue aquella mañana junto al lago de Genesaret. Pedro, cansado, frustrado, había pescado toda la noche y no había logrado nada. Pero entonces Jesús sube a su barca, como queriendo recordarle: "No es suficiente que Me escuches desde la orilla… ahora te invito a remar conmigo al fondo".
"Boga mar adentro", le dijo. Y esa frase, es más que una instrucción; es un llamado al alma.
Cuando solo te mojas los tobillos
En el libro de Ezequiel, el profeta es llevado a las aguas del santuario (Ez. 47). Mil codos… y el agua le llega a los tobillos.
Ese es el lugar donde muchos creyentes se quedan: la orilla del compromiso, el borde de la obediencia, el punto más cómodo de la fe. Han tocado el agua, han sentido su frescura, pero no se han dejado sumergir. Les basta con "sentir" a Dios, pero aún caminan con el control en sus manos.
Es el nivel del creyente de domingo, del que escucha pero no se entrega. Como Pedro antes de remar, saben que Jesús está cerca, pero aún no se han atrevido a dejar que Él los lleve más profundo.
Aguas hasta las rodillas: donde la oración empieza a doler
Mil codos más. Ahora el agua le llega a las rodillas.
Las rodillas, símbolo de clamor, de entrega, de humillación. En este nivel, ya no basta solo con creer, ahora se ora, se busca, se dobla el carácter. El creyente comienza a caminar en obediencia, como Pedro que —aunque agotado— obedeció al Maestro.
Aquí, la relación con Dios empieza a tener profundidad. La oración ya no es ocasional, es parte de la respiración del alma. El corazón ya no se conforma con sermones bonitos: necesita Presencia, necesita propósito.
Aguas hasta los lomos: el atleta del Reino
Otros mil codos. El agua le llega a los lomos. Aquí ya no es posible caminar igual. Se requiere fuerza. Se avanza, pero se siente resistencia.
Pablo lo describe así:
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.”— 1 Corintios 9:24
Es el creyente que entrena su fe. Corre su carrera no contra otros, sino contra su viejo hombre. Se disciplina, se sujeta, se fortalece en la Palabra. Este creyente ya no necesita que lo empujen, ¡él mismo se lanza! Porque ha entendido que caminar con Dios cuesta, pero vale la eternidad.
Aguas profundas: cuando ya no hay piso
Y entonces, el profeta da un paso más...Y ya no toca fondo.
Ahora ya no se camina — se nada.Ahora no se controla — se confía.Ahora no se explica — se vive.
En este nivel habitan los amigos de Dios, los valientes de David, los que no son solo creyentes, sino revolucionarios del Reino. Aquí se rompen cadenas, se levantan generaciones, se transforman ciudades. Es el lugar de los que se pierden en Su voluntad para encontrarse en Su gloria.
Aquí no hay regreso. Porque una vez que te sumerges en Dios, la orilla deja de ser suficiente.
Jesús sigue llamando desde la barca
Jesús no gritó desde la playa. Subió a la barca de Pedro, se hizo parte del esfuerzo, y desde allí dijo: “Boga mar adentro.”
Esa sigue siendo su invitación hoy.
Tal vez estás frustrado por una noche sin pesca. Tal vez has estado navegando en círculos. Tal vez has confundido actividad con profundidad.
Pero Jesús está en tu barca, y hoy te dice:“Vamos más allá… porque allí es donde están los peces gordos. Allí es donde se revelan los milagros. Allí es donde tú y Yo nos encontramos de verdad.”
¿Y tú, dónde estás?
¿En la orilla, con los tobillos apenas mojados?
¿En las rodillas, aprendiendo a orar?
¿En los lomos, entrenando tu fe?
¿O ya perdido en las aguas profundas de Su voluntad?
Siempre hay más de Dios. Pero ese “más” está allá, mar adentro.

Hoy, deja que Él tome tu mano. No temas si no sabes nadar. No temas si las aguas parecen turbulentas.El que calma las tempestades, también sostiene a los que se atreven a entrar.
Oración final:
Señor Jesús,no quiero quedarme en la orilla.Quiero más de Ti.Llévame mar adentro.Enséñame a confiar cuando ya no haya piso bajo mis pies,y a depender de Ti cuando no entienda el rumbo.Que mis pasos no sean guiados por vista,sino por fe.Y que mi vida, como la de Pedro,sea una barca que siempre te diga:“En tu nombre, echaré la red.” Amén.
¿Te bendijo este mensaje? Compártelo con alguien que necesita dejar la orilla y comenzar a remar hacia lo profundo.#Infinite #BogaMarAdentro #FeProfunda #JesúsEnLaBarca
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