Comisión: El Código Genético de la Iglesia
- Ruben Romero
- 22 jul 2024
- 3 Min. de lectura
Introducción
La historia bíblica de los leprosos en 2 Reyes 7 presenta un paralelo inesperado con la misión cristiana contemporánea. En esta narración, cuatro leprosos, marginados y hambrientos, descubren un campamento abandonado lleno de provisiones. Al darse cuenta de que mantener este secreto sería un error, deciden compartir la buena noticia con la ciudad. Del mismo modo, los cristianos poseen un tesoro invaluable: el Evangelio, una verdad que, como el descubrimiento de los leprosos, debe ser compartida generosamente.
Naturaleza de la multiplicación
La multiplicación no es sólo un concepto matemático sino una realidad biológica y espiritual. En el ámbito natural, cada semilla contiene el código genético necesario para germinar una nueva planta. Esta capacidad de autorreplicación es paralela a la esencia de la vida cristiana. Así como una semilla tiene el potencial de generar más vida, los cristianos llevan el mensaje del Evangelio, destinado a ser sembrado y multiplicado en el corazón de los demás.
Ejemplos bíblicos de multiplicación
El Nuevo Testamento está lleno de ejemplos de multiplicación espiritual. Andrés, al encontrar a Cristo, inmediatamente le trajo a su hermano Pedro, multiplicando así el impacto del mensaje. La mujer samaritana, después de su encuentro con Jesús, compartió su experiencia transformadora, llevando a muchos en su ciudad a creer. Pablo, a través de sus viajes misioneros, plantó iglesias en todo el mundo conocido, replicando la fe cristiana en diversas culturas. Finalmente, la Gran Comisión, dada por Jesús a Sus discípulos, establece claramente el mandato para la multiplicación espiritual.
Crecimiento y fructificación espiritual
La parábola del árbol plantado junto a las aguas, descrita en Salmos 1:1–3, ilustra la importancia de un entorno propicio para el crecimiento y la multiplicación. De manera similar, la iglesia sirve como este ambiente, nutriendo y fomentando el desarrollo espiritual. Arraigados en una comunidad de fe, los creyentes pueden prosperar y producir frutos, perpetuando el ciclo de crecimiento y multiplicación.
Contraste con las tendencias actuales
El contraste entre el principio bíblico de la multiplicación y las tendencias actuales es marcado. Los datos indican que hay alrededor de 73 millones de abortos anualmente en todo el mundo y que la tasa de matrimonios ha caído casi un 60% en los últimos 50 años. Estas estadísticas reflejan un alejamiento de la noción de multiplicación y crecimiento, elementos centrales en el diseño de Dios.
Visión secular versus propósito divino
En el ámbito secular, figuras como Elon Musk han expresado su preocupación por la disminución de las tasas de natalidad. Sin embargo, la perspectiva cristiana va más allá de las estadísticas demográficas y se centra en el mandato bíblico de “sed fructíferos y multiplicaos”. Este propósito divino subraya no sólo la procreación física sino también la reproducción espiritual, donde cada creyente es llamado a expandir el reino de Dios a través de la transmisión de la fe.
Conclusión
La comisión de multiplicarse y dar fruto no es opcional en la vida cristiana; es su esencia misma. Este llamado a la acción es un recordatorio de que, al igual que los leprosos en 2 Reyes 7, poseemos un tesoro que debemos compartir. Nuestra oración debe hacer eco de la súplica de Ana en 1 Samuel 1:11, pidiendo la bendición para guiar a otros hacia Dios y ser instrumentos de Su propósito. Que nuestra existencia sea fértil, produciendo nuevos creyentes dedicados a la gloria de Dios, y que cada vida que toquemos sea transformada y crezca en Su amor y verdad.
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