top of page

Eternidad en tu corazón

Cómo Conducir a Otros a Cristo (Parte 1)

Cómo conducir a otros a Cristo (Parte 1)
Cómo conducir a otros a Cristo (Parte 1)

Introducción: El corazón de Dios hacia el pecador

En el corazón del Evangelio encontramos esta verdad sencilla pero profunda:Dios ama al pecador, pero no al pecado.El apóstol Pablo escribió:

"Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad."— Romanos 1:18

La humanidad entera está bajo el peso del pecado, y su consecuencia es trágica:

"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."— Romanos 6:23

El profeta Isaías lo confirma:

"Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír."— Isaías 59:2

La distancia entre Dios y el hombre es real, pero también lo es la esperanza que se ofrece a través de Cristo.

¿Cómo puedo encontrar a Dios?

La pregunta fundamental que atraviesa los siglos es:¿Cómo puedo acercarme a Dios si el pecado me separa de Él?

La respuesta bíblica es clara: a través de Jesucristo.

Jesús mismo lo explicó:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."— Juan 3:16

Dios no envió a Su Hijo para condenar, sino para salvar:

"Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él."— Juan 3:17

La Motivación del Evangelismo: El Amor de Dios

Cuando hablamos de conducir a otros a Cristo, entendemos que el motor principal es el amor de Dios, expresado de varias maneras:

1. Dios ama a todo el mundo

Su amor es universal, abarcador e incondicional:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo..."— Juan 3:16

Recordemos que Dios es:

  • Perfecto

  • Omnisciente (todo lo sabe)

  • Omnipresente (eterno, presente en todo lugar)

  • Omnipotente (todo poderoso)

Además, Cristo mismo nos recuerda su propósito:

"El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia."— Juan 10:10

2. Dios ama al pecador, pero no al pecado

Dios distingue entre la persona que Él creó con amor y el pecado que esa persona ha abrazado:

"Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios."— Isaías 59:2

También nos advierte:

"Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte."— Proverbios 16:25

El apóstol Pablo insiste:

"¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno."— Romanos 3:9–10
"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios."— Romanos 3:23

La realidad es que nadie puede salvarse a sí mismo. Todos estamos en la misma necesidad desesperada de la gracia de Dios.

El Camino de Regreso a Dios: La Cruz de Cristo

La cruz no es solo un símbolo; es el puente entre el hombre pecador y el Dios santo.

"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu."— 1 Pedro 3:18

Jesucristo es el único camino que reconcilia al hombre con Dios.

La Invitación Personal: Recibir a Cristo

No basta con saber sobre Dios:Debemos recibir a Cristo personalmente.

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."— Juan 1:12

Este es el llamado final: aceptar el regalo de la vida eterna y convertirse en hijo de Dios por medio de la fe en Jesucristo.

Conclusión: El Primer Paso para Conducir a Otros a Cristo

Conducir a otros a Cristo comienza con entender nosotros mismos:

  • El amor de Dios es real.

  • El pecado separa, pero la cruz une.

  • Todos necesitan a Cristo, sin excepción.

  • Nuestra misión es compartir esa verdad en amor.

No es nuestro deber condenar, sino invitar.No es nuestro deber imponer, sino testificar.No es nuestro deber señalar, sino mostrar el camino.

Y siempre recordar que nosotros mismos también somos testigos de esa gracia.


 
 
 

Comentarios


bottom of page