LAS MANOS DE LA IGLESIA: Parte 2
- Gustavo Vargas
- 2 mar
- 3 Min. de lectura

Ser Discípulo
La palabra "discípulo" proviene del griego mathetes, que significa "aprendiz". Ser discípulo implica una relación maestro-discípulo en la que el estudiante adopta la enseñanza, la filosofía, las prácticas y el estilo de vida de su maestro.
En el Nuevo Testamento, los discípulos de Jesús incluían a los apóstoles y otros seguidores que aprendían de Él y difundían su mensaje. Ser discípulo de Cristo implica compromiso, lealtad y la decisión de vivir conforme a sus enseñanzas.
Lucas 14:27 – "Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo."
Para ser discípulo de Cristo se requieren ciertas cualidades fundamentales:
1. Sumisión
La sumisión es una actitud de humildad y obediencia ante Dios y sus enseñanzas. En la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se enfatiza la importancia de someterse a Dios y a su autoridad.
En Efesios 5:21-22, se nos insta a someternos unos a otros por reverencia a Cristo y se menciona la sumisión en el contexto del matrimonio y la vida cristiana.
La sumisión bíblica no implica obediencia ciega o servil, sino una actitud de respeto, humildad y reconocimiento de la autoridad de Dios. Es una disposición a seguir sus enseñanzas y a vivir de acuerdo con sus principios.
2. Obediencia
La obediencia significa escuchar y seguir los mandamientos de Dios. Es un tema central en la Biblia y una muestra de fe y devoción a Dios. La obediencia implica someterse a su voluntad, actuar conforme a sus principios y confiar en su guía, incluso cuando no entendemos completamente sus razones.
Ejemplos bíblicos de obediencia incluyen:
Abraham, quien estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac en obediencia a Dios (Génesis 22).
Noé, quien construyó el arca siguiendo las instrucciones divinas (Génesis 6-9).
Jesús, el ejemplo supremo de obediencia, quien cumplió la voluntad del Padre hasta la muerte en la cruz (Filipenses 2:8).
Los cristianos son llamados a seguir el ejemplo de Cristo y a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios, mostrando su amor y fidelidad a través de la obediencia.
3. Aprendizaje
El aprendizaje en la vida cristiana es un proceso continuo de adquirir conocimiento, sabiduría y comprensión a través del estudio de la Palabra de Dios. La Biblia enfatiza la importancia del aprendizaje para desarrollar una relación más profunda con Dios y vivir conforme a su voluntad.
El aprendizaje no es solo intelectual, sino práctico: se trata de aplicar los principios bíblicos en la vida diaria.
Proverbios 1:7 – "El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción." Proverbios 4:7 – "Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría, y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia." 2 Timoteo 3:16-17 – "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."
El verdadero discípulo de Cristo se compromete a aprender y aplicar la Palabra de Dios en cada aspecto de su vida.
4. Trabajo
El trabajo es una parte fundamental de la vida humana y una forma de servir a Dios. Desde el Génesis, el trabajo es presentado como una responsabilidad dada por Dios para administrar y cuidar la creación (Génesis 1-2:3).
En el Nuevo Testamento, se enfatiza la importancia de trabajar con diligencia y honestidad:
Colosenses 3:23-24 – "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís."
El trabajo también se relaciona con la provisión y el sustento, tanto personal como comunitario:
2 Tesalonicenses 3:10 – "Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma."
Además, el trabajo es una oportunidad para demostrar virtudes cristianas como la paciencia, la integridad y la responsabilidad. Se nos llama a realizar nuestras labores con excelencia y a ver el trabajo como un medio para glorificar a Dios y servir a los demás.
Conclusión
Ser discípulo de Cristo no es solo un título, sino un estilo de vida que implica sumisión, obediencia, aprendizaje y trabajo. Es un llamado a seguir a Jesús con todo nuestro ser, confiando en su dirección y esforzándonos por vivir conforme a su voluntad.
Como creyentes, nuestra meta debe ser reflejar a Cristo en todo lo que hacemos, aprendiendo de Él, obedeciéndolo con fidelidad y sirviendo con excelencia. Que cada día podamos crecer en nuestro discipulado y fortalecer nuestra relación con Dios.
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