Promesas Que Viven
- Gustavo Vargas
- 20 abr
- 3 Min. de lectura

Promesas que Viven: Un Camino de Esperanza desde la Pascua
“Y esta es la confianza que tenemos en Él: que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye.” — 1 Juan 5:14
En tiempos de incertidumbre, aflicción y confusión, los hijos de Dios tienen un ancla firme: sus promesas. No son ideas vagas ni deseos optimistas. Son palabras vivas, firmadas con el carácter de Dios mismo, y selladas con la sangre de Cristo en la Pascua.
La Pascua cristiana no es solo el recuerdo de un evento. Es el epicentro del cumplimiento de las promesas eternas: redención, perdón, vida nueva, y la presencia de un Salvador resucitado. Jesús, como el Cordero inmolado, no solo cargó nuestros pecados —Él aseguró cada promesa divina con su vida entregada y su victoria sobre la muerte.
Promesas Condicionadas: El Corazón que Obedece
Dios promete responder nuestras oraciones, pero también enseña que hay condiciones para recibir sus bendiciones. No porque nos quiera limitar, sino porque Él es justo. Un corazón malintencionado podría usar mal las promesas si no estuvieran acompañadas por la obediencia y la alineación con su voluntad.
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” — Juan 15:7
Esta es una promesa poderosa con una condición clara: permanecer en Cristo. En Pascua celebramos ese acceso restaurado a permanecer en Él, no por nuestros méritos, sino por Su gracia.
Promesas para Cada Estación del Alma
Dios no deja sin palabra al corazón herido. En la cruz, Jesús pronunció siete frases, y cada una tocó una necesidad humana: perdón, consuelo, abandono, sed, victoria... ¡El que colgaba en el madero conocía nuestras aflicciones!
Para los que tienen necesidad: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” — Mateo 6:33
Para los enfermos: “La oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.” — Santiago 5:15
Para los que lloran: “Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.” — Salmo 30:5
Para los temerosos y solos: “No temas, porque yo estoy contigo… siempre te ayudaré.” — Isaías 41:10
Para los cansados: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” — Mateo 11:28
Para los tentados: “Dios… no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir.” — 1 Corintios 10:13
Para los que han perdido: “Nada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” — Romanos 8:39
Pascua: El Sello de la Promesa
La resurrección de Cristo no es solo una victoria sobre la muerte: es la prueba eterna de que las promesas de Dios se cumplen. En Jesús, cada “sí” de Dios se convierte en un “Amén” para los que creen.
“Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” — 2 Corintios 1:20
Cuando celebramos la Pascua, celebramos que ya no hay barrera que impida que un enfermo clame por sanidad, una viuda encuentre consuelo, o un alma tentada halle fuerza para resistir. En la Cena del Señor, recordamos que su cuerpo fue partido y su sangre derramada para que cada promesa fuera posible.
Conclusión: Vive las Promesas como un Heredero de Pascua
Pascua nos recuerda que no somos mendigos esperando limosnas del cielo. Somos herederos de una herencia gloriosa, garantizada por el Cordero.
Que esta Pascua no sea solo una conmemoración, sino una activación. Una decisión valiente de reclamar, vivir, y compartir las promesas que Jesús hizo vivas y accesibles con su muerte y resurrección.
“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas.” — Isaías 40:31
Hoy, decide esperar, creer, y caminar sobre la Palabra que nunca falla.
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